27 de febrero de 2013

ZLIN y Thomas Bata, el sueño de lo Moderno...


Cuando Le Corbusier visitó Zlín en 1935, vió hechos realidad sus principios para una ciudad moderna: "Zlín es un fenómeno brillante. Me he recorrido viajando el mundo entero y, a pesar de eso, aquí me siento realmente como en un nuevo mundo".

En 1894, Thomas Bata y sus hermanos montaron una empresa de zapatos con 50 empleados en su pueblo natal, Zlin (República Checa), que por aquel entonces tenía una población de 2500 personas. La producción diaria era de 50 pares de zapatos. 40 años más tarde, 30.000 trabajadores, la mayoría residentes en la propia ciudad, fabricaban al día 200.000 pares.

Más allá de los aspectos empresariales y económicos del desarrollo de la empresa (influenciados por el Taylorismo que conoció en varios viajes a los EEUU y que exceden el objeto de este post), la transformación en paralelo del complejo fabril y de la propia ciudad constituyen un caso único en Europa de la aplicación práctica de las ideas del Movimiento Moderno (y la Modernidad en general) a la planificación socio-urbanística.

Primero desde la dirección de la empresa y luego como alcalde a partir de 1923, Thomas Bata se propuso hacer de Zlin una ciudad modelo, conforme a las nuevas ideas sobre estandarización, zonificación, ciudad-jardín, arquitectura moderna y el progreso en general que empezaban a propagarse en esos años.



ZLIN: en rojo, los edificios de Bata entre 1917 y 1944  (Fuente: Baunetzwoche 158)

Para ello contó en un principio con los servicios de Jan Kotera, profesor de la Academia de Bellas Artes de Praga y, tras la muerte de éste en 1923, de František Lydie Gahura, alumno del anterior, como arquitecto municipal hasta 1946.

La construcción se basó en un esquema único de esqueleto de hormigón armado de 6,15 x 6,15 m, completado por paños de ladrillo rojo y carpinterías metálicas, utilizado para todos los edificios industriales y la mayoría de los edificios públicos.

Las zonas residenciales respondían al concepto de ciudad-jardín. Viviendas unifamiliares estandarizadas, cúbicas, de ladrillo visto, dispersas en un entorno verde y sin cerramientos. Estaban por supuesto dotadas de cocina moderna, cuarto de baño completo, armarios empotrados, zona de colada, garaje, jardín,.. Industrializadas tanto en su construcción como en su equipamiento interior.


Los espacios destinados a la producción y a la vivienda estaban claramente diferenciados. Además, Bata construyó centros deportivos, escuelas, teatros, museos,...

Su interés no se limitó a construir un complejo industrial que respondiera a los últimos avances en formas de trabajo y productividad, ni tan siquiera una ciudad según el urbanismo moderno. Bata y sus colaboradores pensaron hasta en el último detalle de la vida de sus empleados, para que éstos llevar una vida "plena" conforme a su propia filosofía de la vida y los ideales de la modernidad.

"La racionalización de la economía doméstica y un equipamiento adecuado de las casas permitirá a las mujeres dedicarse más a los hijos y a sus otros deberes, y enriquecer sus vidas con valores éticos y estéticos. El uso de tiempo libre para su propia adquisición de esos valores. Esto es un requisito económico, social y cultural"

(František Lydie Gahura, 1933)

Sin duda, un experimento muy interesante de la relación entre construcción, arquitectura, urbanismo, política, sociología, economía, ... fruto de las ideas de un visionario checo durante el periodo de entreguerras.


Como curiosidad, en el rascacielos de 16 plantas que se levantó en 1933 (por aquel entonces uno de los más altos de Centroeuropa), Thomas Bata se hizo construir un despacho-ascensor para poder ir de un departamento a otro sin dejar su mesa de trabajo.

El edificio central de la empresa Bata


El despacho-ascensor de Thomas Bata



* "The Project Zlín. Everyday Life in a Materialized Utopia"   Barbora Vacková, Lucie Galčanová
* Baunetzwoche 158
* "Zlín. Modellstadt der Moderne“  Winfried Nerdinger,  Ed. Jovis (Catálogo de la Exposición en la Pinakothek der Moderne de Munich)
* "The Bata legacy. The realization of a Utopia"   Vladimír Šlapeta

18 de febrero de 2013

Happy Monday



No nos hemos podido resistir. Las fotos de Ezra Stoller pertenecen, sin saberlo muchas veces, a nuestro álbum familiar "académico", 

Hasta el 3 de Marzo se expone una parte de su trabajo en la galería Yossi Milo de Nueva York, quien pueda que se pase y compare fotografía y realidad de algunas obras.

Happy Monday

11 de febrero de 2013

Identidades digitales

Os enlazamos la entrevista que nos hicieron Stepien y Barno hace una tiempo acerca de nuestras ideas sobre identidad digital y presencia en redes sociales.



Si bien la experiencia ( no como conocimiento acumulado, sino como vivencia del día a día ) hace que la percepción respecto a este asunto se vaya matizando, la oportunidad que nos brindaron para detenernos un momento y pensar sobre el tema fue positiva.

A día de hoy, sigue habiendo más preguntas que respuestas, más dudas que certezas, pero desde luego un balance positivo.

Gracias y enhorabuena por vuestro trabajo.



8 de febrero de 2013

Disfraz de arquitecto

¿Llega el Carnaval y aún no sabes que ponerte? Hemos hecho un repaso de los disfraces que arquitectos reconocidos han llevado a sus fiestas a lo largo de la historia para daros unas pistas.

Un doble clásico: Le Corbusier y los disfraces de mujer. Para improvisar un disfraz en diez minutos o le robas la ropa a tu mujer/madre o con unas simples cortinas y una barra de labios te vistes de esta guisa. 


Si no te quieres disfrazar pero quieres integrarte en la fiesta con pintura de cara puede ser suficiente, como Charles Eames.



Para los que tienen más tiempo y les ha sobrado material de maqueta un disfraz de su propio edificio es la mejor opción, ha habido múltiples ejemplos. 1: Michael Graves, Charles Gwathmey, Richard Meier y Peter Eisenman. 2: Phillip Johnson. 3: William Van Allen


Los disfraces grupales eran un clásico en la Bauhaus, una idea para todos los colectivos.


Y si no eres arquitecto, pero quieres disfrazarte de uno te lo ponemos fácil con este kit instantáneo. ¡Feliz Carnaval!



4 de febrero de 2013

La cocina Frankfurt



La cocina Frankfurt fue una innovación para la arquitectura doméstica, y es considerada sin ninguna duda la precursora de la cocina moderna tal como la conocemos hoy en día, concebida como un ámbito independiente y especializado de la vivienda, diseñada para permitir el trabajo eficiente y para ser construida de manera industrializada.

Fue diseñada en 1926 por la arquitecta austriaca Margarethe Schütte-Lihotzky para el complejo de vivienda social Römerstadt en Frankfurt am Main (Alemania), del arquitecto Ernst May. Unas 10.000 unidades fueron construidas a finales de la década de 1920 en esta ciudad.

El hogar del trabajador típico de la época consistía en un apartamento de dos ambientes, en el cual la cocina servía a muchas funciones a la vez: además de cocinar, comía, vivía, se bañaba, e incluso dormía allí, mientras que el segundo cuarto, pensado como sala, a menudo era reservado para ocasiones especiales. En cambio, la cocina de Schütte-Lihotzky era un pequeño cuarto separado, conectado con la sala de estar por una puerta deslizable; así separaba las funciones del trabajo (cocinar) de las de la vida y del descanso.

Comenzada por Catharine Beecher a mediados del siglo XIX y reforzada por las publicaciones de Christine Frederick en los años 1910, la tendencia cada vez mayor de ver el trabajo en el hogar como una verdadera profesión tuvo la consecuencia lógica de aplicar la optimización industrial iniciada por el Taylorismo al área doméstica. "The New Housekeeping", de Frederick, que estaba a favor de racionalizar el trabajo en la cocina, había sido traducida al alemán con el título "Die rationelle Hauswirtschaft" en 1922, por Irene Witte. Estas ideas fueron bien recibidas en Alemania y Austria, especialmente por el arquitecto alemán Erna Meyer, e influenciaron el diseño de la cocina Frankfurt de Schütte-Lihotzky.

La cocina Frankfurt era una cocina estrecha que medía 1,9 m por 3,4 m. Tenía la entrada en una de las paredes cortas, enfrentada a la ventana. En uno de los laterales se situaba la zona de cocinar, seguida por una puerta deslizante que conectaba con la sala de estar. En el otro lateral el almacenamiento y el fregadero, y delante de la ventana un espacio de trabajo. No había frigorífico, pero sí una tabla de planchar que se plegaba contra la pared.

La disposición estrecha de la cocina no era debida solamente a la escasez de espacio de las viviendas, sino también parte de un diseño consciente para optimizar el funcionamiento de la misma, al igual que los compartimentos clasificados para los distintos ingredientes.

Los frentes de madera de la puerta y del cajón fueron pintados azules porque se pensaba que las moscas evitaban las superficies de este color. Lihotzky utilizó la madera de roble para los envases de la harina, porque evitaba la aparición de gusanos, y la madera de haya para la superficie de trabajo por su resistencia. El asiento era un taburete rotatorio ajustable en altura.

Quizá sea difícil para nosotros imaginarnos lo que supuso en su momento, pero fue sin duda una de esas aportaciones discretas y pegadas a la realidad que, lejos de la frivolidad que contamina hoy día a la profesión, hacen de verdad evolucionar la arquitectura y nuestra forma de vivir.
* Gerd Kuhn,  Die „Frankfurter Küche“ , extracto de "Wohnkultur und kommunale Wohnungspolitik in Frankfurt am Main 1880-1930. Auf dem Wege zu einer pluralen Gesellschaft der Individuen"; Dietz, Bonn 1998,  S.142-176    ISBN 978-3-8012-4085-1